La Conquista
La Conquista
El 23 de febrero de 1550, el Gobernador Pedro de Valdivia junto a 200 hombres, acampó en el valle del Andalién y se enfrentó a un gran ejército indígena en una dura batalla nocturna cerca del actual barrio de Palomares.
Dos días más tarde, trasladó su campamento a orillas del mar, en la actual Penco. Era un lugar hermosísimo, rodeado de tupidos y gigantescos bosques, abundante de peces y mariscos, que alejaban el peligro del hambre. El 3 de marzo de 1550, el conquistador trazó su planta, repartió solares y dio principio a la construcción de bodegas y casas provisorias donde pasar el invierno. Sin embargo, sólo al arribo de la primavera, el 5 de octubre de 1550, decretó oficialmente la fundación de la ciudad de Concepción del Nuevo Extremo e instituyó Cabildo.
Los primeros alcaldes de Concepción, y por añadidura del actual Talcahuano, elegidos por los primeros habitantes, fueron el licenciado Antonio de las Peñas y don Pero Esteban del Manzano; y el primer corregidor, elegido por don Pedro de Valdivia, fue don Diego de Oro. Ellos constituyeron la primera autoridad civil de nuestros parajes.
En el reparto de tierras, Valdivia se adjudicó una amplia extensión que iba del Andalién al Bío Bío, desde el nacimiento del Andalién hasta su desembocadura, tomando esta misma línea con el río Bío Bío; es decir casi todo lo que corresponde al actual Florida, Hualqui, Concepción, Hualpén y buena parte de Talcahuano. Al interior de estas tierras, en la parte correspondiente a Talcahuano, Valdivia tomó la parte más poblada de indios del cacique Talcahuano y de otro cacique de esta zona, llamado Hualpén.
"Pasó tras éste luego Talcaguano, que ciñe el mar su tierra y la rodea,/ un mástil grueso en la derecha mano/ que como un tierno junco la blandea, / cubierto de altas plumas, muy lozano,/ siguiéndole su gente de pelea,/ por los pechos al sesgo atravesadas/ bandas azules, blancas y encarnadas". La Araucana, Canto XXI.
Existió también otro cacique inmortalizado en el Arauco Domado de Pedro de Oña: Taigüén, de quien muy poco se sabe. Tan solo llegó a nuestros días que estaba enamorado de la hermosura de Quidora, prima hermana de Lautaro. Se supone que este cacique pudo tener sus posesiones en las cercanías de la actual caleta El Soldado.
En 1552, Pedro de Valdivia donó la mitad de su estancia al Licenciado Julián Gutiérrez de Altamirano, para el “servicio de su casa”, reservándose la porción correspondiente a “la isla de Talcahuano y su islote”. Sin embargo, en 1554 los españoles debieron despoblar la zona.
El segundo gobernador titular de Chile: don García Hurtado de Mendoza, mozo de apenas veinte años, nombrado gobernador y capitán general de Chile por su padre, el virrey del Perú Marqués de Cañete, arribó al país con el más distinguido séquito de caballeros hidalgos, curas, letrados y poetas, como que entre ellos venía nada menos que don Alonso de Ercilla y Zúñiga, el después famoso cantor de La Araucana. Arribaron a la isla Quiriquina en el corazón del invierno penquista en 1557.
En esto, la cerrada niebla escura
por el furioso viento derramada,
descubrimos al este la Herradura,
y al sur la isla de Talca levantada.
Reconocida ya nuestra ventura
y la araucana tierra deseada,
viendo el morro de Penco descubierto,
arribamos a popa sobre el puerto;
el cual está amparado de una isleta
que resiste al furor del norte airado,
y los continuos golpes de mareta
que le baten furiosas de aquel lado.
La corva y larga punta una caleta
hace y seno tranquilo y sosegado,
do las cansadas naves, como digo,
hallan seguro albergue y dulce abrigo.
La Araucana, Canto XVI.
Ercilla relata más adelante que su embarcación debió echar anclas en la Quiriquina, isla que se encontraba habitada “de una gente esforzada, robusta y belicosa”; que apenas pisaron dicha isla, los indios intentaron atacarlos, pero que súbitamente un rayo, como un mal augurio, hizo retroceder a los naturales.
Talcahuano tuvo el orgullo de recibir entre los primeros ibéricos al insigne Alonso de Ercilla, reconocido unánimemente como uno de los más brillantes literatos de la lengua española de todos los tiempos.
